El emprendimiento y la innovación (i+e) se encuentra cada vez más presente en las universidades chilenas, dada su impacto económico y social (Moya & Molina, 2017). Culturalmente, en Chile existe una valoración positiva del emprendimiento, siendo percibido por un 80% de la población como una opción válida para hacer carrera (GEM, 2022). En este sentido, uno de los factores contextuales para potenciar la actividad emprendedora es la formación en emprendimiento. A diferencia de lo que sucede en los establecimientos escolares, en donde existe un bajo fomento a la formación emprendedora; en la educación superior el fenómeno es diferente, el 54% de los expertos coincide en que “las universidades y centros de enseñanza superior proporcionan una preparación adecuada y de calidad para la creación de nuevas empresas y el crecimiento de las establecidas” (GEM, 2022, p.45).
Pero ¿Por qué las universidades son un territorio más fértil para fomentar el emprendimiento?
En Chile, la innovación y el emprendimiento han presentado una fuerte inversión pública en los últimos 20 años. Los programas del Ministerio de Economía, Ministerio de Educación y el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, han impulsado el desarrollo una cultura que promueve estas temáticas en las instituciones de educación superior. Desde el proceso de creación de las primeras incubadoras universitarias y las oficinas de transferencia de licenciamiento, entre los años 2005 y 2010, hasta programas que buscaban generar procesos de armonización curricular para fomentar las capacidades en transferencia tecnológica, innovación y emprendimiento en estudiantes en diferentes áreas del conocimiento.
La Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV), ha sido una institución pionera en la implementación de una oferta integral para su comunidad estudiantil y académica. La innovación ha sido parte del SELLO PUCV desde sus orígenes, dejando un gran impacto social y productivo en la Región de Valparaíso y en todo el país. Gracias al respaldo de diversos programas de la política pública, la PUCV ha implementado programas de apoyo al emprendimiento universitario, como la Pre Incubadora The Lift, la Incubadora de Negocios Chrysalis y la Incubadora de Emprendimiento Social Gen-E. Desde la creación de la Dirección de Innovación, se han destinado más de 500 millones de pesos para financiar iniciativas de emprendimiento e innovación de estudiantes, académicos y alumni. Estas iniciativas han generado destacados emprendimientos de estudiantes, como el caso de los egresados de la Facultad de Ingeniería, Rodrigo Armijo y Nicolás Alvear, quienes desarrollaron un innovador software que prioriza las listas de trabajo de unidades radiológicas. Con el respaldo inicial de la PUCV, lograron establecer una robusta estrategia de inversión, logrando recaudar más de 120 millones de pesos en inversión de fondos externos.
¿El emprendimiento universitario es la única opción?
Según el estudio GUESSS 2021, solo el 17,2% de los estudiantes universitarios en Chile quiere ser emprendedor después de terminar la carrera, mientras que un 64,5% prefiere trabajar como empleado. Por lo tanto, es importante comprender que el emprendimiento es una opción real para una minoría estudiantes universitarios en el país. En este sentido, es importante no sobrecargar ecosistemas institucionales para impulsar la actividad emprendedora estudiantil. De hecho, hay un gran riesgo en desear transformar las universidades en verdaderas fábricas productoras de emprendedores. En ese contexto, el emprendimiento no es, ni debe ser, la principal preocupación de las universidades. Sin embargo, es uno de los caminos posibles para dar salida a las iniciativas innovadoras de estudiantes y académicos, al igual que la investigación, la docencia y la vinculación con el medio.
Lograr vincular la docencia y el emprendimiento se ha transformado en una tarea de largo aliento. En la PUCV se han logrado avances significativos en este campo, lo que ha sido posible gracias a la articulación del ecosistema institucional y profesores con un alto compromiso con la docencia y el emprendimiento. Por ejemplo, el caso de los profesores de la Facultad de Ingeniería, como Eduardo Baeza de Ingeniería en Transporte; Pamela Hermosilla, de Ingeniería Informática; y un gran grupo de académicos de la Escuela de Ingeniería Bioquímica, ha permitido visibilizar el valor de incorporar el emprendimiento en la docencia. Entre sus impactos más explícitos, se encuentra una docencia vinculada a las necesidades de la industria; siendo capaz de asumir desafíos reales de las empresas, e integrarlos en la formación curricular de los estudiantes. Esto no solo permite enriquecer el proceso de aprendizaje, sino lograr desarrollar competencias como el pensamiento estratégico, la aversión al riesgo y la creatividad.
¿Deben las universidades seguir fomentando el emprendimiento y la innovación?
Antes que todo, el emprendimiento y la innovación no deben ser resultados por sí mismos, sino que deben estar al servicio de un objetivo institucional. En palabras simples, no se debe buscar el indicador, sino los resultados que eso genera. Por ejemplo, no sirve de nada crear empresas que nunca venden, o patentes que quedan guardadas en los registros.
En la mayoría de las instituciones de educación superior existe una gran capacidad propositiva basada en el conocimiento, por lo cual es clave disponer de un ecosistema de i+e amplio y muy bien articulado con la comunidad académica y estudiantil, lo que permitirá generar robustecer los diferentes proyectos desarrollados por la institución. A su vez, es necesario ajustar los instrumentos de apoyo a la cultura emprendedora. Por ejemplo, se pueden generar mecanismos de convalidación de créditos para aquellos estudiantes que ejecutan proyectos de emprendimiento apoyados por la universidad; o en el caso de profesores, fortalecer los incentivos para académicos que acompañen o lideren iniciativas de emprendimiento.
Finalmente, es necesario centrar el valor de los ecosistemas universitarios de i+e en los vínculos de confianza y trabajo interdisciplinar. Ningún estudiante y profesor universitario puede sacar adelante un emprendimiento innovador solo. Es la universidad, y su ecosistema, los responsables de acompañar y fortalecer ese espíritu innovador, canalizando los esfuerzos institucionales para generar propuestas emprendedoras de calidad. No podemos olvidar que toda propuesta que emerja de la universidad debe estar basada en el conocimiento, además de tener un solo objetivo, contribuir al bien común, que es el fin más puro y genuino de toda universidad.
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