El aumento de la basura de desechos sólidos, se ha transformado en el segundo problema medioambiental que más preocupa a los chilenos, específicamente con un 53%, situándose por sobre otras materias como el calentamiento global (37%) y la contaminación atmosférica (32%).
Las Naciones Unidas ha declarado, según sus datos, que el mundo genera 2.000 millones de toneladas de desechos sólidos urbanos cada año y el 45% de ellos no es gestionado correctamente. Lamentablemente, este escenario podría volverse aún más desfavorable, ya que para el 2050 se proyecta científicamente que la cifra se duplicaría. Esta tendencia global, también atañe a Chile y es un tema que alerta a los habitantes del país. Tal como se refleja en un estudio de Gfk, el cual indicó que el aumento de basura, actualmente, es segundo problema medioambiental que más preocupa a los chilenos, específicamente con un 53%, situándose por sobre otras materias como el calentamiento global (37%) y la contaminación atmosférica (32%).
En este contexto, la ONU ha señalado una serie de medidas que apuntan a avanzar hacia la economía circular, como una mayor inversión en el desarrollo de sistemas modernos de gestión de basura y la elaboración de políticas que alienten a los ciudadanos a reciclar todos los bienes que consuman, ya que es necesario generar un sistema de regulación real para que las personas y las empresas se hagan cargo de sus desechos.
Resulta necesario señalar que los residuos mal gestionados son el tercer mayor emisor global de metano y, por tanto, impactan directamente en la crisis climática que atraviesa la humanidad. Esto se debe a la persistente cultura de lo desechable, la cual no permite fomentar una industria rentable en torno a la revalorización. De hecho, entre 2019 y 2021, el crecimiento de los plásticos de un solo uso fabricados a partir de combustibles fósiles fue 15 veces superior al de los reciclados.
En esa misma línea, la ONU ha instado a las empresas contaminantes a tomar la iniciativa, para que asuman la responsabilidad y el desafío de diseñar productos y servicios que requieran menos recursos y materiales, gestionando ecológicamente los desperdicios en todas las etapas del ciclo de producción, extendiendo la vida útil de sus productos e invirtiendo en sistemas de reciclaje de residuos en las comunidades en que operan.