Por María Cecilia Toledo, Directora Ejecutiva de la Fundación El Buen Puerto
A pocos días de cumplir un año de existencia oficial en nuestra querida ciudad puerto de Valparaíso, las reflexiones internas se me agolpan en la mente y en el corazón. Es que, el tiempo ha pasado volando y pareciera que fue recién ayer, cuando me preguntaron si aceptaría el desafío de dirigir una nueva fundación en pleno corazón del Puerto. Su enfoque principal debería ser el motivar el liderazgo joven, desde el sentido de pertenencia, la libertad para emprender con sentido social, la puesta en valor de la dignidad humana y la autovalencia para resolver problemas, creyendo que las acciones concretas de uno pueden generar cambios positivos en muchos.
Recuerdo que en ese entonces me sorprendió gratamente el que se me diera la chance de postular a un cargo ejecutivo, en circunstancias de que mi desempeño profesional siempre estuvo vinculado al ámbito de la música y de la gestión cultural tanto en Chile cómo en el extranjero. Si bien es cierto había desarrollado un sinfín de proyectos socioculturales en la región y muy especialmente en Valparaíso, la sola idea de que se considerara que una artista era apta para impulsar una nueva mirada del emprendimiento local, me pareció un salto cuántico en la forma de entender el sentido y la estrategia de una organización de estas características. Recuerdo también que, pese a mi siempre vivo optimismo, por primera vez tuve la sensación de que quizás el desafío era demasiado grande y que lanzarse a la piscina de una responsabilidad de esta envergadura, especialmente en una ciudad tan compleja como lo es nuestro querido Valparaíso, podía ser un paso para el cual no estaba preparada.

¿Cómo haría para mover y conmover a los jóvenes emprendedores de nuestra capital regional, si hoy en día estamos experimentando un enorme éxodo de universitarios, que al titularse buscan oportunidades laborales fuera de una ciudad, en la que sienten que no podrán crecer profesionalmente?, ¿Cómo podría contribuir desde mi competencia a cambiar el pesimismo, por esperanza y fe en la capacidad individual de cada ciudadano para generar cambios positivos?, ¿Cuál podría ser mi aporte en el área del emprendimiento desde la ciencia y la tecnología, el deporte, el medio ambiente y la cultura si “sólo” me había movido en este último ámbito?. Estas y muchas otras interrogantes me asaltaron en ese entonces, haciéndome dudar de cuán capaz sería de emprender este nuevo, aunque desde siempre ansiado desafío.
Fue entonces cuando recordé lo que mi padre me había dicho tantas veces: “La cultura, es el arte del cultivo de lo interior de cada ser humano que ame la belleza y practique la honestidad y no existe ningún ámbito del quehacer ciudadano que escape a esta máxima”. Fue ahí también cuando decidí saltar al vacío y acepté el cargo. Valía la pena intentar, convertir a nuestra fundación en un puente que uniera voluntades, provenientes de distintas veredas, en el ideal común de querer bien, mejor y desde la voluntad de ser, a nuestro Valparaíso.
Si a esa afirmación, tan alentadora para mí en esa época y hasta el día de hoy, podía sumarse el contar con un equipo de profesionales, que en su mayoría fueran jóvenes de la región, talentosos y bien intencionados, que a su vez hablaran el idioma de su generación, mientras asumían el reto de trabajar junto a otros profesionales de mayor experiencia, en cada una de las especialidades que se requerían, el desafío comenzaba a transformarse en una oportunidad extraordinaria. Todo esto, confiando, por cierto, en que una muy buena estrella nos alumbraría. Y así sucedió.
Uno a uno fueron llegando ellas y ellos, en un desfile impensado de talento, ocurrencia, empatía social y unas tremendas ganas de aportar con lo mejor de sí mismos, a la ardua tarea que se nos encomendara.
Cuando por fin se consolidó el equipo de Fundación El Buen Puerto, los programas, proyectos y un sinfín de entusiastas actividades fueron tomando forma y consistencia, mientras la cercanía transversal de muchos se hacía cada vez más patente. Así sucedió con nuestro Programa de emprendimiento joven” Te quiero Valparaíso”, enfocado a resolver problemáticas porteñas desde las acciones concretas, en las áreas del deporte, la ciencia y la tecnología, el medio ambiente, y por supuesto, la cultura. Los resultados de esta convocatoria superaron con creces lo esperado, llegando a recibir 80 proyectos de distintos sectores del Puerto y la región, a los que se sumaron las colaboraciones de un notable número de instituciones educacionales de alto prestigio, que nos proveyeron de muchas herramientas para la capacitación de nuestros jóvenes emprendedores, a quienes con cariño bautizamos como “Gestores de Cambio Positivo”. De estas 80 postulaciones, 22 de ellos fueron seleccionados para recibir abundantes estímulos que enriquecieron sus propuestas y los visibilizaron en las redes sociales, así como en medios escritos, en un proceso de formación que culminará premiando a 3 de ellos, justamente el día de nuestro primer aniversario, con un cofinanciamiento de hasta 4 millones de pesos para llevar a cabo sus proyectos.
Una de las cosas que más nos enorgullecen y motivan como equipo, es el hecho de que, de las 80 postulaciones recibidas, independientemente de si fueron o no seleccionadas, se logró crear una considerable red de emprendedores que ha comenzado a vincularse entre sí. Nuestro sueño es potenciarlos con capacitaciones de diversa índole y visibilizarlos a todos. Todo esto, con el fin de mantener y fortalecer gradualmente esta red de notables líderes porteños.
Paralelamente a lo anterior, nuestro programa Ciudades Musicales a un Clic de Distancia, CMCD, cuyo objetivo es dignificar el rol de los músicos de Valparaíso, poniéndolos al centro de la declaratoria de nuestra capital regional como Ciudad Creativa de la Música, interconectándolos con sus pares de la red Unesco, también fue creciendo exponencialmente. Sus actividades y proyectos tales como “Ventanas Musicales a un clic de distancia”; el fortalecimiento de su web, una cartelera musical para la ciudad y un explosivo número de seguidores en RRSS, nos han hecho sentir que vamos por el camino correcto. En esta misma línea, pronto lanzaremos junto a nuevos colaboradores una convocatoria dirigida a los músicos de la región, para crear una canción que refleje el optimismo en un mejor futuro en nuestra capital regional y el rol de la música como herramienta de cambio positivo.
Por si fuera poco, de la lluvia de proyectos surgidos este año por parte de nuestro motivado equipo, surgió el nuevo programa de voluntariado que ya, en centros de adultos mayores, la cárcel y hospitales, también ha ido tomando forma y sentido, mientras preparamos un itinerario aún más ambicioso para los próximos 5 años.
Cómo no estar pues, ilusionados y agradecidos ante la buena respuesta a tanto esfuerzo y confianza. Claro que sentimos que aún nos queda un largo camino por recorrer, para poder aportar mejor al bienestar de nuestro querido Valparaíso. Queremos hacer mucho más, desde el cultivo en el amor y capacidad para trabajar codo a codo por el Buen Puerto, que queremos construir y compartir. Con optimismo, nos esperanza pensar el que, si en un solo año ya estamos comenzando a ver germinar la semilla, de una nueva manera de vernos a nosotros mismos, como gestores de un mejor futuro individual y colectivo, así como a nuestra ciudad como lo más querido, más temprano que tarde veremos instalarse en los corazones de muchos, el que el verdadero patrimonio porteño, que impulsará una nueva, generosa e integradora forma de emprender desde los cerros hacia el mar océano, siempre ha tenido su centro y su único destino en la extraordinaria voluntad de ser de cada uno de sus habitantes.
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