Las economías de América Latina y el Caribe, incluyendo Chile son, en general, susceptibles a perturbaciones financieras internacionales y son especialmente vulnerables incluso a los temblores más suaves en los mercados de Estados Unidos.
Como sabemos, la economía de Estados Unidos representa alrededor de una cuarta parte del producto interior bruto mundial. Considerando, la apertura comercial de los mercados, hoy las crisis económicas se diseminan a otros países por medio de su impacto negativo sobre los flujos financieros y comerciales. Es así, como en el caso de las caídas en el sector financiero; la contracción de la liquidez en los mercados de Estados Unidos podría dificultar el acceso al crédito de los gobiernos y las empresas de América Latina. En tanto que, la reducción del consumo en Estados Unidos hará mermar las exportaciones de América Latina a este país, lo que afectará el PIB, el tipo de cambio y los términos de intercambio.
Por lo tanto, los encargados de formular políticas económicas y los empresarios de la región siguen de cerca los movimientos de la economía estadounidense, que está presentando un frenazo derivado de problemas tanto de oferta como de demanda y amenaza con una recesión en el año 2023.
En lo concreto, la economía norteamericana se contrajo durante el primer trimestre del año 2022, según lo informado por la Oficina de Análisis Económico (BEA por sus siglas en inglés). El producto interno bruto (PIB) real disminuyó a una tasa anualizada del 1,6% de enero a marzo. Anteriormente, la estimación previa publicada en abril mostraba una contracción del 1,4%y el mes pasado se revisó a una disminución del 1,5%.
Hasta ahora, las últimas proyecciones del Fondo Monetario Internacional prevén que el crecimiento de la mayor economía del mundo será menor a lo esperado. De acuerdo con los datos de abril se proyecta un 3,7% para este año, comparado con el 5,6% del 2021.
Pero ¿Qué tan cierto es que cuando Estados Unidos “ estornuda” Chile se “refria”?
Para analizar la veracidad de esta frase, revisaremos las variaciones del Producto Interno Bruto, los índices accionarios y la inflación.
1.-Producto Interno bruto. Una forma de medir la incidencia de Estados Unidos en Latinoamérica es analizando las variaciones del Producto Interno Bruto. Si revisamos las cifras, en los últimos años de la década de los 90 cuando el mundo se enfrentó con la crisis asiática, en el año 1998, Estados Unidos creció 4,5% y se contrajo 0,5% al año siguiente. Sudamérica también pasó del azul al rojo: de 1,2% a -1,3%. Chile hizo lo propio: de una expansión de 4,4% en 1998 a una caída de 0,5% de su PIB en 1999.
Una idéntica tendencia se dio una década después, para la crisis subprime, ocurrida en 2008 y 2009. Si comparamos los crecimientos del año anterior al estallido de la crisis (2007) con los de 2009: Estados Unidos pasó de 2% a -2,6%; América Latina de 6,7% a -1%; y Chile de 4,9% a -1,6%.
En 2020 vino la crisis global del coronavirus. Y al comparar las expansiones del PIB de ese año con las de 2019, se tiene que Estados Unidos pasó de crecer 2,3% a -3,4%; Sudamérica de 0,2% a -6,5%; y Chile de 0,8% a -6,1%.
En definitiva, la posibilidad de una recesión en la principal economía del mundo se traduce en una menor demanda por los productos que exporta Latinoamérica y Chile, en particular los commodities. Aunque para Chile el principal socio comercial es China, Estados Unidos sigue siendo un socio comercial clave para Chile y América Latina, por lo que resulta decisivo en la demanda de productos importados.
2. Mercado bursátil; Otro indicador para medir la incidencia de Estados Unidos en Latinoamérica y en Chile, son los índices bursátiles. La correlación entre el IPSA (índice de Precio Selectivo de Acciones, es el principal índice bursátil de Chile y mide las variaciones de precios de 40 sociedades con mayor presencia bursátil en la Bolsa de Comercio de Santiago) y el S&P 500 (el índice más representativo de Wall Street) tiende a aumentar en períodos de crisis globales, ya que los inversionistas reaccionan castigando a todos los activos de riesgo. Las bolsas chilena y estadounidense tuvieron una alta correlación en la década de 2000, pero esta cambió desde 2011 en adelante, con el período de ajuste en las materias primas. El IPSA entre los años 2010 y 2015 disminuye en dólares un 50%, de la mano de la caída del precio del cobre, mientras que el S&P 500 sube un 80% con un peso del sector tecnológico cada vez mayor. En esta misma línea, las tasas de interés de los mercados de la región aumentan y los tipos de cambio se deprecian en la medida que los capitales buscan mayor retorno y seguridad en Estados Unidos.
3. Inflación. En Chile, la inflación alcanzó un aumento de 11,5% los últimos 12 meses, mientras que en Estados Unidos subió 8,6% en el mismo periodo. Estas cifras se explican por varias razones: recuperación de márgenes por parte de las empresas, aumento del precio de la energía y los combustibles, tasas de interés muy bajas durante más de años, y la demanda de bienes que hubo al salir de confinamiento, producto del dinero que se pudo ahorrar con las transferencias directas que dieron algunos gobiernos. A esto se suma ahora, además, el alza de los alimentos y un incremento adicional de los combustibles por el efecto de la guerra entre Ucrania y Rusia.
En relación con la política monetaria, los aumentos de inflación señalan un escenario adverso. El miércoles 15 de junio la Fed (Reserva Federal de Estados Unidos) aplicó un aumento de 75 puntos base en su política monetaria, situación que no ocurría desde hace 28 años, llevando los tipos de interés al rango entre 1,5% y 1,75%.
Subir la tasa de interés, es la principal herramienta de la que dispone la Fed para aliviar las tensiones sobre los precios y bajarlos. Sin embargo, se trata de una operación que conlleva grandes riesgos, puesto que una contracción excesiva del dinero disponible podría hacer entrar en pánico tanto a empresas como a consumidores, desplomar la demanda de bienes y servicios y generar una recesión económica. La inflación está lejos de ser controlada y el ritmo previo de incrementos de tasa de política monetaria ha resultado insuficiente.
Los expertos auguran que cada país del mundo va a sentir de forma distinta la fuerte subida de tipos de interés de la Reserva Federal. Los países que están mejor preparados para hacer frente a los aumentos de la Fed, son aquellos con niveles moderados de deuda y déficit fiscal, tipos de cambio flexibles y requisitos modestos de financiamiento externo.
En el caso de Chile se proyecta tener mejores resultados en términos relativos que otros países de Latinoamérica. Esto se debe a que la economía chilena está más relacionada con China y con la cadena de suministro de los vehículos eléctricos, debido a su papel no solo de gran exportador de cobre sino el más barato. Si Estados Unidos se desacelera, Chile sufrirá, pero sus lazos con China pueden hacer de amortiguador. Sin embargo, la economía chilena es importadora neta de petróleo y de alimentos y, toda vez que exista una tendencia al alza del tipo de cambio, tiene repercusiones en el índice de precios al consumidor, principalmente porque esto encarece el costo de bienes e insumos importados, generando más inflación, tasas de interés más altas y cierta desaceleración en la actividad del país.
Comienza el mes de Julio y con ello concluye el primer semestre de un complejo año 2022 para los mercados en el mundo. La guerra en Ucrania, sus consecuencias inflacionarias, y los riesgos de una recesión en Estados Unidos, han terminado por generar temor entre los inversionistas globales que buscan salir de activos de mayor riesgo para encontrar refugio. Y en Chile, sumado a todo lo anterior, la economía local sigue golpeada por las huellas de la pandemia, con bajo crecimiento y menos recursos fiscales por los gastos extraordinarios hechos durante la pandemia que, junto con incertidumbre política, han ayudado para desplomar al peso y llevar al dólar a máximos históricos.
Y tú que piensas ¿Cuándo Estados Unidos estornuda, Chile se resfría?