08 años recién cumplido tiene el emprendimiento Neokin, cofundado por Andrea Onetto, Kinesióloga de la región de Valparaíso que decidió emprender tras encontrarse con un mercado laboral copado de profesionales. Con una larga trayectoria como gimnasta rítmica, además de contar su experiencia emprendedora, entrega algunas recomendaciones para nunca bajar los brazos. Te invitamos a inspirarte con esta historia.
Andrea Onetto estudió hasta cuarto medio en Viña del Mar. En 2003 ingresó a la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso a estudiar Pedagogía en Educación Física y al poco tiempo decidió dar la prueba de nuevo para entrar a Kinesiología de forma directa.
Desde que terminó la carrera en 2010, con excelentes resultados académicos, se ha especializado constantemente obteniendo dos diplomados en el área músculo-esquelética y otro en el área cardiovascular en la USACH.
«Yo estuve más o menos un año y medio buscando dónde entrar a trabajar. Fue un periodo bien complejo, porque cuando entré a la carrera eran 35 escuelas de Kine en Chile y cuando salí habían más de 100. Fue una explosión que nadie se esperaba, entonces no encontraba pega», relata Andrea.
Hasta los 25 años fue gimnasta rítmica, tras 16 años de competencia, ingresando posteriormente al conservatorio a estudiar Ballet Clásico. «No tenía trabajo así que aproveché y entré y bailé en varios musicales. En Rosa Agustina, en evento, y siempre ligada al baile mientras salía algo, pero nunca salió», detalla la Kinesióloga.
«Como no había pega, había que crearla», asegura Andrea. Ahí fue cuando nació el emprendimiento de la mano de una socia (Paula Grassi) con quien decidió tirarse a la piscina. Con apoyo de sus familias arrendaron una pequeña oficina de 25 metros cuadrados y de cabeza comenzaron a trabajar. Este espacio las alojó tres años, hasta que obtuvieron los convenios con las Isapres y eso las ayudó mucho a tener nuevos pacientes y de a poco sumaron a nuevos profesionales.
Compañeros, conocidos y otros trabajadores independientes que estaban sin recursos ni el espíritu de tener una consulta propia se unieron, y la oficina comenzó a convertirse en un Cowork de la Salud, dando espacio a diferentes especialistas.
«Eso nos llevo a quedar cortas de espacio y nos cambiamos a otra oficina, al año y medio a otra y en febrero de 2019 todo se dio, se alinearon los astros, para conseguir un espacio de 110 metros cuadrados, estábamos muertas de miedo, pero nuevamente nos tiramos a la piscina, ya con nuevos profesionales», recuerda esta emprendedora.
Actualmente, con su emprendimiento ha armado un espacio de trabajo con 4 kinesiólogos con especialidades diversas, nutricionistas, psicólogos y prontos a tener a un médico internista, donde nadie es jefe y cada uno entrega servicios de manera independiente «¡Eso ha sido impagable para nosotros y los pacientes», recalca muy contenta y orgullosa Andrea.
Giro en la innovación social
En el 2017, tras un largo proceso de maduración y en una búsqueda eterna por diferenciarse de otros centros de Kinesiología, junto a Paula se propusieron trabajar con pacientes renales, ya que eran conscientes de que ellos no hacen ejercicios, se someten a diálisis de 4 horas diarias y sufren de déficit nutricional por la dieta que deben mantener.
«Luego de mucha investigación, hicimos un plan piloto con 12 pacientes durante 8 semanas, dos veces por semana, donde hacían un trabajo de cardio y fuerza. Funcionó super bien y empezamos a trabajar con una proyección con la Fundación Nacional del Paciente Renal y Trasplantados y ahí fue que nos comenzamos a dar cuenta que considerábamos sólo una etapa de una serie de otras enfermedades crónicas anteriores como la hipertensión, la diabetes, etc. Entonces nos preguntamos por qué no abarcar esta enfermedad desde antes», recuerda Andrea.
Así fue como comenzó nuevamente a investigar junto a su socia y descubrieron que en Chile era algo super nuevo. Los pacientes con dichos diagnósticos desconocían cuánto ejercicio hacer, cuáles hacer, qué intensidad, entre otros cuidados que se deben considerar con pacientes con medicación y así darles una independencia posterior.
«A esta idea, se sumó la de brindar un bajo costo y de casualidad aparece Young Leaders of the Americas Initiative (YLAI) que es del Departamento de Estados de Estados Unidos. Yo estaba apunto de tomar un vuelo para irme de vacaciones cuando lo vi en twitter, era un programa maravillo y lo dejé guardado. Cuando regresé de mis vacaciones, me quedaba un día para postular; así que lo hice muy rápido, lo envié y me olvidé del tema. ¡Me gané un cupo! y después supe que habíamos postulados más de 3.000 personas en América Latina y el Caribe y éramos 250 los que viajábamos (8 de Chile)», comenta la especialista.
«El programa era increíble, a cada uno nos llevaban a una ciudad de Estados Unidos para trabajar con emprendedores de nuestra área para conocer el sistema que tenían, cómo funcionaban, cómo habían crecido y aprendí cosas geniales que hemos ido aplicando con el tiempo», agrega la cofundadora de Neokin.
Con esta experiencia, el proyecto ha seguido evolucionando y la idea es convertir esta iniciativa social en una aplicación móvil para hacer rehabilitación semi presencial o sólo a distancia para bajar más aún los costos para el paciente. Iniciativa que en octubre de 2019 logra ingresar al programa Impulsa+ de la Incubadora Social Gen-E PUCV que duraba un año.
«A pesar de que la incubadora nos apoyó, Corfo en el último minuto prefiero que no éramos un proyecto viable y no nos entregaron más dinero. Entonces entre el estallido social y la pandemia se nos desarmó todo pero ahora ya estamos con la idea de pronto poder retomar, porque tenemos muy clara la propuesta y se ha iterado un montón», comenta Andrea.
El propósito de este último proyecto, es trabajar con pacientes que necesitan un trabajo especializado, pero que no pueden pagar un alto costo porque significa un proceso muy largo, además, generarles herramientas de adherencia, dando así un giro hacia la innovación social.
De gimnasta a emprendedora
La gimnasia rítmica es un deporte individual, que marca mucho, donde todo depende 100% de la persona. Una disciplina que requiere de mucho entrenamiento y una estructura donde el querer es poder y de eso sabe muy bien Andrea Onetto, quien a los 9 años comenzó a entrenar y hoy vincula esa trayectoria deportiva a su éxito.
«Yo hoy miro hacia atrás y pienso en lo últimos años de universidad, de mucha carga académica, seguía entrenando y compitiendo cada fin de semana y siempre rindiendo en la carrera. Ser gimnasta te da esa rigurosidad, propia de los deportes individuales, de que esa responsabilidad es tuya, haciéndote cargo de muchas cosas desde chico y eso, claramente, mantuvo una estructura permanente en mí. Te enseña a priorizar tus objetivos y cumplirlos y eso es vital al trabajar de manera independiente», asevera al cofundadora de Neokin.
Ser prácticos y saber resolver son cosas que sirven para el resto de la vida y son herramientas que, sobre todo al emprender, juegan un rol importante, por lo que Andrea valora mucho su carrera como gimnasta.
«Las crisis existenciales están siempre, porque uno se cansa, no es como emprendí y fue todo bonito ¡Mentira!. Hay muchos días en que una de las dos hemos querido mandar todo a freír monos al África. Hasta hace poco me preguntaba: ‘¿Por qué estudié esto, por que no elegí otra carrera con más campo?’ Pero no era culpa de nadie y lo importante era no quedarse pegada en eso. Cada dos o tres años me vuelvo a cuestionar todo y siento que está bien, pero ningún camino es camino de rosas y aunque el emprendimiento es complejo vale mucho la pena. Yo hoy día no me veo trabajando en una empresa, como lo imaginé al entrar a Kinesiología, ni cumpliendo horarios o marcando tarjeta, ya no lo hice. Emprender es agotador, dan ganas de tirar todo por la borda, pero el que tiene éxito es el que tiene esas ganas pero sabe manejarlas y entiende que es una etapa que hay que masticar para seguir siempre adelante«, reflexiona Andrea.
Te invitamos a visitar los servicios y página de NEOKIN a continuación: https://bit.ly/Neokin
